Llegué a Puerto Rico el 6 de noviembre de 2009 junto a mi esposo, con la ropa que nos cupo en dos maletas y diez cajas de mudanza “La Rosa del Monte”;  cinco cajas de fotos y las otras cinco ni recuerdo que fue lo que empaqué en ellas porque aun están sin abrir desde que llegue a Puerto Rico. Llegamos para vivir en una casa que nuestro hijo menor, estudiante universitario había rentado completamente amueblada.  Si, a nosotros, nuestro  hijo menor nos recogió y nos mantuvo hasta que se casó en febrero de 2011.

Recuerdo el día que mi esposo y yo tomamos la decisión de dejar de luchar contra la corriente cuando todo se nos estaba derrumbando entre las manos. Estábamos en la sala de emergencia después que él había sufrido un leve ataque de corazón por tanto estrés,  viendo como lo perdíamos todo lo que construimos con sacrificio, dedicación, esfuerzo y mucho amor.  Le dije “déjalo ir; el carro, la casa y el negocio, todo, y vámonos para Puerto Rico; eso era lo que tú siempre querías y empecemos desde cero, porque yo puedo reemplazar el carro, la casa y hasta el negocio, pero NUNCA podre reemplazarte a ti, así que  tranquilízate, cojéelo con calma y vámonos.

De eso hace cinco años y le doy Gracias a Dios, que pude remplazar la casa, aunque no es mía, pero no vivo en la calle. Remplace el carro, aunque no es nuevo del año, no se le debo a nadie, ni ando a pie y si, también remplace el negocio para uno mejor, porque ahora mi negocio es desde mi hogar, lo cual me permite como empresaria compartir mis conocimientos y herramientas para que otros no tengan miedo de comenzar desde cero. Eso yo le llamo Reinventarse en momentos de crisis, y “No dejar que la falta de conocimiento tome control de lo que yo tengo el Poder de Controlar”.